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Foro de la Iniciativa Ciudadana Europea

La iniciativa ciudadana europea debe diversificar aún más la participación en la UE

Actualizada el: 11/11/2020

La Iniciativa CiudadanaEuropea (ICE) es un primer paso importante para diversificar el abanico de partes interesadas que participan en la elaboración de las políticas de la UE. Sin embargo, sigue habiendo margen de mejora. El nombre de la ICE implica la participación de todos los ciudadanos que viven en la UE, pero es más bien una herramienta para la sociedad civil organizada con redes transnacionales. La mejora de las infraestructuras de internet y la atención a la participación de las comunidades marginadas y menos educadas permitirán un mejor acceso de todos los ciudadanos europeos a la participación en la ICE. Además, permitir iniciativas más controvertidas y un mayor compromiso político por parte de la Comisión harán de la ICE un instrumento más sólido a largo plazo.

A primera vista, la ICE es una herramienta única para la participación ciudadana transnacional. Por su diseño jurídico, se trata de una combinación de diferentes formas de democracia directa ya existentes en los contextos nacionales.

La novedad de la ICE reside en conectar por primera vez los niveles nacional y europeo de participación ciudadana. La introducción de la ICE en 2012 creó una gran ola de entusiasmo y propuestas de iniciativa de diversas partes interesadas de la sociedad civil. Sin embargo, a segunda vista, resulta evidente que la ICE no es más que una continuación de una práctica institucional preexistente con margen de mejora para estar a la altura de su nombre.

Como muestra el investigador Florian Grotz en su documento sobre la democracia directa (en alemán), en los últimos 30 años ha aumentado el número y el uso de instrumentos participativos en todo el mundo. En mi opinión, parece que, al dar a los ciudadanos una voz temporal en la política (más allá de las elecciones) a través de referendos, iniciativas ciudadanas y otros instrumentos, los dirigentes suelen confiar en reforzar la legitimidad de su toma de decisiones y del sistema político en su conjunto. Asimismo, dentro del sistema institucional de la UE, la ICE es una continuación de una práctica ya existente de mayor participación de las partes interesadas. A lo largo de los años, la UE ha introducido numerosos instrumentos de participación, como foros de partes interesadas y otros mecanismos de consulta. Académicos como Beate Kohler-Koch han calificado este cambio de comportamiento del «giro participativo de las instituciones europeas».

Si bien las herramientas participativas a escala de la UE son una señal importante de apertura a los deseos y opiniones de los ciudadanos, el poder decisorio final tiende a permanecer en las instituciones. Hasta la fecha, debido al carácter jurídicamente no vinculante de la ICE, ninguna iniciativa ha dado lugar a los resultados políticos exactos deseados por los organizadores y solo unas campañas bien estructuradas han conseguido recoger 1 millones de declaraciones de apoyo. Los demás experimentos participativos de la UE han sido criticados por el mundo académico por no dar la misma voz a los ciudadanos y estar dominados por organizaciones empresariales e industriales.  Ejemplo de estas críticas son los documentos de Thorsten Hüller (2011) «¿Playground o democratización? Nuevos procedimientos participativos en la Comisión Europea», y el documento de Christian Marxsen «Open interested Consultations at the European Level-Voice of the Citizens?». La cuestión es si la ICE merece la misma crítica.

El caso de una de las primeras iniciativas de mayor éxito, «Right2Water», demuestra claramente los problemas de la ICE. Right2Water fue organizada por la Federación Europea de Sindicatos de Servicios Públicos y pidió que el derecho humano al agua se consagrara en la legislación europea. Los organizadores de la iniciativa sobre el agua tenían años de experiencia en campañas, una red mundial y fondos suficientes. A pesar del éxito de la campaña de recogida de firmas, esta ICE solo desemboca en un «debilitamiento» de las demandas de los organizadores. En su respuesta a Right2Water, la Comisión concluyó que el suministro de agua es competencia de los Estados miembros. En lugar de asumir un compromiso más ambicioso, la acción de la UE se centró en aspectos más técnicos, como la calidad del agua potable.

Más allá del caso de Right2Water, he examinado las condiciones que condujeron al éxito o al fracaso de las campañas de recogida de firmas de diferentes ICE como parte de mi disertación doctoral. Considero que el éxito es la capacidad de una ICE para recoger el número de firmas necesario para presentar su propuesta legislativa a la Comisión Europea: 1 millones de euros. He constatado que solo los organizadores con redes preexistentes de organizaciones asociadas, importantes recursos financieros, personal y una estrategia publicitaria pudieron alcanzar un número de firmas superior a la media.

Los resultados de mis investigaciones muestran que, si bien el nombre de la ICE sugiere la participación de ciudadanos «de a pie», la experiencia de los últimos años revela que la UE prefiere la participación de ONG profesionalizadas y transnacionales que agregan las demandas de los ciudadanos. Además, las iniciativas sin activistas anglófonos tuvieron un tiempo más difícil para crear redes y movilizar apoyo fuera de su propio país. Si bien la última reforma de la ICE alivia la carga administrativa de los organizadores al ofrecer una serie de servicios de apoyo, no cambia la manera en que funciona la ICE dentro de la UE.

Una gran parte de las firmas de ICE se han recogido en línea, lo que hace que la ICE resulte muy atractiva para las generaciones más jóvenes. Es muy probable que la importancia del activismo en línea a través de la ICE continúe, ya que la pandemia de COVID-19 obliga a las personas a distanciarse socialmente y a permanecer más en casa. Esto plantea otra preocupación por la participación equitativa de todos los ciudadanos en la ICE, que a menudo se pasa por alto: la cobertura de internet en la UE no es universal y sigue existiendo una brecha entre las zonas rurales y urbanas. La falta de acceso a internet para las personas procedentes de zonas urbanas hace que tengan menos probabilidades de participar en las iniciativas ciudadanas europeas.

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Colaboradores

Renate Preukschat

Renate Preukschat nació en Lituania y es candidata a doctorado en el Instituto de Estudios Avanzados de Viena. Licenciada en Política Pública Europea por el University College de Londres, trabaja ahora en el sector de las ONG y gestiona proyectos juveniles para la educación cívica en Europa del Este. En su trabajo académico se especializa en movimientos sociales europeos y democracia participativa, centrándose en la Iniciativa Ciudadana Europea.

 

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