En lo que respecta a la digitalización, la legislación y las políticas siguen quedando rezagadas años, si no décadas. Los productos digitales no se colocan en la misma pedestal que sus homólogos analógicos, lo que provoca todo tipo de problemas para el usuario final medio del software; Del sistema operativo a la aplicación móvil.
Durante y después de la construcción de un edificio, se comprueba que cumple las normas de seguridad y se afirma su calidad general. Si el edificio no cumple las normas reglamentarias, no puede utilizarse, tiene que renovarse o destruirse hasta el coste del inversor. Estas normas garantizan que ningún edificio quede separado al cabo de unos años, matando a sus habitantes.
En el caso de los productos digitales, no existe una política equivalente. No existe responsabilidad jurídica por el mal código en un producto comercial. Microsoft no es demandada si su sistema operativo se explota y los datos se destruyen o se roban, con Day Zero explota desde hace semanas o meses. Las empresas venden sus programas informáticos rotos sin ser legalmente responsables de ello. El código malo es la norma de un sector sin incentivos para un código seguro y fiable.
Lo mismo ocurre con el almacenamiento de información personal. No existe responsabilidad por el almacenamiento inseguro de datos; No se castiga la filtración de registros personales y bases de datos de perfiles: Cuando las bases de datos de Facebook aparecen en internet, exhiben datos personales de cientos de miles de usuarios.
La responsabilidad jurídica por el software vendido y la información privada almacenada debe ser una piedra angular de la era digital, promoviendo programas informáticos seguros y el almacenamiento seguro de información personal para el usuario final.
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