La manera más fácil de influir directamente en el cambio es votando con nuestra cartera; cuando compramos algo en una tienda o cuando decidimos no hacerlo. Es la herramienta más poderosa de que disponemos para cambiar el mundo de la manera que queremos. El único aspecto financiero en el que aún falta esta elección es la asignación de impuestos.
Los contribuyentes deben poder decidir a qué aspecto del gasto público se destina una parte de sus impuestos anuales; si el 10 % de sus impuestos se destinan a la ciencia, el sistema educativo, el sistema sanitario, la exploración espacial, el desarrollo y el mantenimiento de infraestructuras, los proyectos de ayuda exterior, las prestaciones sociales u otros gastos públicos.
A finales de año, los resultados de la utilización de los impuestos deberían ser visibles de forma transparente para todos; todo el mundo debe comprender su contribución a la sociedad.
Fomentaría la interacción entre las distintas ramas del Gobierno y los votantes, ya que ahora el Gobierno tiene que informar y educar activamente a los votantes sobre las razones por las que determinadas inversiones son importantes y educarlos sobre la cuestión y los acontecimientos actuales. Dado que ahora todos contribuyen activamente, se animará a muchos a mejorar su gobierno de la manera que sea posible.
Del mismo modo que es importante alentarlo a los gobiernos de todo el mundo, la UE puede liderar el camino aplicando un sistema de votación de este tipo para sus ciudadanos.
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